No es motivo de sorpresa la opinión vertida a
través de su cuenta de twitter por el empresario Norteamericano aspirante a la
nominación por el Partido Republicano de los Estados Unidos de Norteamérica
Donald J. Trump, en relación con la no asistencia del Presidente Cubano Raúl
Castro, al recibimiento del Presidente de los Estados Unidos Barack Obama, a su
llegada al suelo cubano.
Trump califica como una falta de
respeto el hecho de que el Presidente Raúl Castro no asistiera al
aeropuerto a recibir al Presidente Barack
Obama, no obstante haberlo hecho con el Papa Francisco. La postura del señor Trump refleja su mínimo
conocimiento o una falta total de asesoría de los asuntos de Estado, y lo que
es peor, de los del Estado que él pretende dirigir.
El Derecho Diplomático establece que
el protocolo, que no debe confundirse nunca con la ceremonia, es un conjunto de
reglas y formalidades establecidas para los actos diplomáticos y las ceremonias
oficiales, las cuales pueden ser fruto de la costumbre o estar contenidas en normas;
siendo uno de sus propósitos más significativos el de no ofender a ninguna
persona, basado en el principio de la igualdad jurídica de los
Estados.
El protocolo que seguir en los actos de
Estado se regula en muchos países en sus correspondientes Reglamentos de
Ceremonial y Protocolo o de Ceremonial Diplomático, que es como se llama el
cubano el cual se firmó en julio de 1960 y el decreto ley 2682 que lo regula, se publicó en la Gaceta Oficial Cubana el 6 de
julio de ese mismo año. Estas disposiciones del derecho interno Cubano
contemplan, entre otras normas protocolares, como "atender lo necesario
para recibir a jefes de estado y otras personalidades extranjeras" sin
incluir la recepción en el aeropuerto de estos invitados.
Según dictan las normas
protocolarias Norteamericanas relativas a la recepción de dignatarios en visita
oficial a los Estados Unidos, las cuales fueron codificadas durante la
administración Kennedy a mediados del
año 1961, los presidentes de Estados Unidos no se desplazan hasta el aeropuerto
para recibir a los dignatarios extranjeros que los visitan, sino que lo pautado
es que un mandatario se encuentra con el presidente al momento que es recibido por
éste a su entrada en la Casa Blanca.
En
estricta aplicación de la doctrina del comitas
gentium ob reciprocam utilitaten (cortesía internacional o recíproca
utilidad) el Estado Cubano está en el legítimo derecho de actuar como lo hizo.
Olvida
el señor Trump que ni siquiera en la época en la que la diplomacia jugó un
papel más importante en la historia reciente de la humanidad, el entonces presidente
de los Estados Unidos Ronald Reagan, recibió
en el aeropuerto en diciembre de 1987 a Mijail
Gorbachov, Secretario General del Partido Comunista y líder de la otrora URSS, con
quien suscribiría al día siguiente el famoso Tratado entre EEUU y la URSS sobre
eliminación de misiles de alcance corto e intermedio (Tratado INF). En
esa ocasión el encargado de recibir a tan importante visitante en la base
aérea de Andrews lo fue el secretario de
Estado George Shultz.
De igual manera, manteniendo la línea populista de su
discurso, el casi seguro candidato Republicano señala que el Presidente de Cuba
sí recibió en el aeropuerto al Papa Francisco, sin recordar que lo mismo hizo George W. Bush con el Papa
Benedicto XVI durante su
visita a los Estados Unidos en abril de 2008, así como también lo hizo Barack
Obama recientemente con el Papa Francisco en septiembre del 2015.
El
recibimiento del Vicario de Cristo en el mismo aeropuerto, debe verse no como
una ruptura de las normas protocolares usuales a un jefe de Estado sino como un
reconocimiento a su condición de misionero apostólico; en una época en que los
mensajes que se envían con determinadas actuaciones tiene un papel incluso más
importante que los discursos protocolares.
Más que un acto
de cortesía diplomática, lo que Trump deseaba era uno de genuflexión de parte
de un Presidente de una “República Bananera”, lo que refleja su ya conocido
carácter y pensamiento político, si es que lo tiene.
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